Hit That - The Offspring

Cuando la tecnología se engancha sin pensar en las consecuencias

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Dani Albé

Corría el año 2009. Estaba de vacaciones, en una playa a 500 kilómetros de casa, cuando sonó el teléfono. Era para coordinar una entrevista de trabajo. Pero habia un problema: tenía que ser al día siguiente. Confieso que dudé bastante, pero el reclutador me dijo algo que no pude obviar, Si vas mañana, el puesto es tuyo.

Salí de madrugada, solo en mi auto y dejando a toda mi familia con un dia hermoso, con la misión de llegar a tiempo y volver a la playa esa misma noche.

Para combatir el sueño en la ruta, mi único aliado en esa era pre-Spotify era un CD compilado por mi mismo con MP3s de rock, punk, metal y esas cosas... una playlist primitiva donde "Hit That" de The Offspring estaba repetida cuatro o cinco veces. Su energía era el combustible que necesitaba, un golpe de adrenalina para seguir adelante. Aquel viaje fue un acto de pura impulsividad, una apuesta sin pensar demasiado en el cansancio o los riesgos.

Un ‘Hit That’ en todo sentido.

Años después, esa misma canción -que me sigue levantando- resuena en mi cabeza con un eco diferente, observando el panorama tecnológico actual. Ya no se trata de mi viaje en auto, sino del viaje frenético de toda una industria con la Inteligencia Artificial. La letra de The Offspring, con su crítica sarcástica a ese "baby daddy" que va "en racha" ("I'm on a roll") dejando un rastro de consecuencias que otros deben asumir, se ha convertido en la metáfora perfecta.

Algunos proyectos de IA nacen como relaciones apasionadas, rápidas y sin pensar. Y después… alguien tiene que criarlos.

"I'm on a roll with all the tech I know"

La fase de la luna de miel con la IA ha sido intensa. Gobiernos, startups y corporaciones se lanzaron a adoptar soluciones de IA, a menudo más por la presión de no quedarse atrás que por una estrategia clara. La "fiebre de ChatGPT" se convirtió en el "estoy en racha" de la letra: una carrera desenfrenada por integrar un chatbot en cada servicio, crear un modelo de lenguaje para cada tarea y poner las siglas "IA" en cada presentación a inversores.

El objetivo era "darle" ("hit that") al botón de la innovación, obtener la gratificación instantánea de parecer disruptivo y moderno. Se celebraron los lanzamientos como conquistas, sin un plan a largo plazo sobre el mantenimiento, la ética o el impacto real de estas herramientas. El resultado es un ecosistema lleno de soluciones que brillan en la superficie pero carecen de profundidad o responsabilidad.

Los "hijos" de la irresponsabilidad tecnológica

Como en la canción, donde una familia se convierte en una cáscara vacía, esta prisa ha dejado un legado de hijos tecnológicos problemáticos que alguien más tiene que gestionar:

  • Modelos con sesgos que se propagan: Algoritmos de IA entrenados con datos históricos sesgados que perpetúan la discriminación en procesos de contratación, en la concesión de créditos o en sistemas de justicia penal. Son "criados" con los prejuicios de sus creadores y luego liberados en el mundo para que la sociedad lidie con su toxicidad.
  • Sistemas que nadie mantiene: Proyectos de IA, especialmente en el sector público, que se anuncian con bombo y platillo pero que, una vez terminada la fase piloto o agotado el presupuesto inicial, quedan abandonados. Se convierten en "proyectos huérfanos", sin actualizaciones de seguridad, sin supervisión y sin nadie que se haga cargo de sus fallos.
  • Bases de datos "zombis": En la prisa por entrenar modelos, se han acumulado gigantescas bases de datos con información personal, a menudo sin los consentimientos adecuados o la seguridad necesaria. Quedan ahí, vulnerables a filtraciones masivas, como una responsabilidad latente esperando a explotar.

El ciclo que se repite: "That's the way things go"

Lo más alarmante es cómo se repite el ciclo, tal como describe la canción. Primero viene la adopción masiva y acrítica de una nueva tecnología. Luego, los fallos y los escándalos éticos salen a la luz. A esto le sigue una ola de indignación y una tibia llamada a la regulación, que casi siempre llega tarde. Finalmente, cuando el polvo apenas se ha asentado, aparece la siguiente tecnología de moda y el ciclo vuelve a empezar, porque, como dice la letra, "everything's a game".

No aprendemos de los errores. Pasó con las redes sociales y la desinformación, y está pasando con la IA. La falta de una gobernanza sólida y de un debate ético previo nos condena a seguir en esta rueda de entusiasmo y posterior decepción, donde las consecuencias las pagan los usuarios y la sociedad en general.

Llamado a la responsabilidad digital

La solución no es el ludismo tecnológico ni renunciar al increíble potencial de la IA. Es madurar. Necesitamos pasar de ser "amantes fugaces" de la tecnología a ser "padres responsables". Esto implica ética desde el diseño, asignar recursos para el ciclo de vida completo de un proyecto y una transparencia radical sobre cómo funcionan los modelos y qué datos utilizan.

Porque en tecnología, igual que en la vida, no se trata solo de ‘darle’ y ver qué pasa. Se trata de cuidar lo que creamos… o estaremos cavando la tumba que nosotros mismos empezamos.

It’s not just about wanting to… "hit that".


Ah, y por si llegaste hasta acá y te lo estás preguntando... sí, conseguí el trabajo en esa entrevista.

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Sobre Dani Albé

Desde el taller hasta la sala de reuniones, disfruto unir estrategia y acción. Líder tecnológico y maker de vocación, creo en aprender haciendo y en convertir ideas en soluciones reales.

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